Hallazgos

Uno de los elementos importantes que encontramos presente en dos de las sangucherías que hemos visitado es la aparente religiosidad que las caracteriza, ya que en ambas hay cuadros o imágenes de santos, de Jesús o de otras relacionadas a la religión católica, que de cierto modo, dentro de la concepción de los dueños, sirven para bendecir dichos negocios. Esto se encuentra estrechamente relacionado con la interculturalidad, al ser una característica de los peruanos el ser religiosos; en “El Peruanito” y “El Chinito” hay elementos como una estatuilla de San Judas Tadeo y un cuadro de la virgen María, además de frases relacionadas a Dios.

Por otra parte, podemos mencionar distintos rasgos de la “cultura combi” que impera en nuestro país y que se pudo evidenciar en las tres sangucherías. Por ejemplo, la viveza criolla que se materializa al momento de que en “el chinito” las personas se paran al costado de las mesas de los clientes que están acabando de comer para poder coger el sitio sin que nadie les gane, todo esto debido a que el lugar siempre está repleto; la gente no está dispuesta a hacer su cola civilizadamente, sino que “ invaden” nuestro espacio (proxemia) y definitivamente nos sacan fuera de cuadro. 

Por otra lado, las letras de “el peruanito” estaban iluminadas con luces de neón, con diversos colores fosforescentes (como en los carteles “chicha”) y, por ende, llamativos. En miguel también hallamos un ambiente un poco bohemio, presumiblemente, por la asidua concurrencia de jóvenes y turistas extranjeros, despreocupados de lo que pueda pensar la gente; es un signo claro de una de las cualidades de las sangucherías peruanas.  

Otro rasgo que se observó fue el gusto del peruano por los ambientes cálidos, acogedores, criollos, que lo hacen sentir como en casa y que lo hacen preferir este tipo de sangucherías antes que cafés como “San Antonio” sin darle mucha importancia al precio. No tienen que seguir el código de comportamiento (educación) que sigue la gente en cafeterías más “fichas” de nuestra capital; pueden sentarse, comer o hablar de la manera que más les plazca y hasta compartir mesas, que fue un hecho bastante inusual para nosotros pues no estábamos acostumbrados a estar tan cerca de personas desconocidas mientras estábamos comiendo (“El Chinito”).

El uso de los locales también es un aspecto que nos llamó la atención, pues en el Peruanito o el Chinito las personas asisten para pasar un rato ameno, agradable y hasta confidencial ya sea con amigos o la familia, por lo contrario vemos un panorama diferente en Sanguches Miguel, ya que la gran mayoría va a consumir solo para soportar la juerga miraflorina que les espera, o muchos también asisten luego de haber ido de parranda, para la llamada y famosa bajona. Aunque en el Peruanito se puede presenciar este tipo de acto como el de Miguel, prevalece la temática familiar por las tardes en aquella esquina de angamos.

Un momentito, aquí falta concluir con algo más. "El Peruanito" y "El Chinito", aquí hay algo de similitud, pues sí, el diminutivo en aquellos dos locales es el logo y jale del local. Como bien peruanos que somos, hacemos uso del diminutivo en gran escala de nuestras vidas y que mejor algo que nos identifique a nuestras vidas diarias, que más que en dos sangucherías bien criollas y peruanas como nosotros

Responsables: Los Chineros


Y así nos despedimos.